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Superamos el Odio

Discurso Embajador León 11.11

Discurso Embajador León 11.11, © archivo

13.11.2020 - Artikel

Mensaje del Embajador Christoph Bundscherer en sobre la Amistad Franco-Alemana en Ocasión del 102 Aniversario del fin de la I Guerra Mundial

Superamos el odio

Discurso del Embajador de la República Federal de Alemania, Dr. Christoph Bundscherer sobre la amistad franco-alemana en la Ceremonia de Conmemoración del 102º Aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial

Aquí estamos – los embajadores de Francia y Alemania – ante Uds., que los invitamos a esta conmemoración. Tal vez se estén preguntando: “El fin de la Primera Guerra Mundial, hace más de 100 años – ¿qué tenemos que ver nosotros con eso aquí en Nicaragua?

Cuando hayan escuchado todo nuestro discurso tal vez entiendan mejor por qué nosotros - franceses y alemanes, pero también muchos otros europeos – somos como somos hoy y queremos compartir con Uds. nuestra felicidad y alegría.

¿Alegría sobre qué? Después de matanzas espantosas que no sólo duraron cuatro años si no que fueron seguidas casi inmediatamente por la Segunda Guerra Mundial, con más muertos y más heridos – ¿qué razón habría para alegrarse?

Hoy ven ante Uds. los representantes de dos naciones unidas en amistad, que durante muchas generaciones fueron enemigos – enemigos hereditarios - como se solía decir. Naciones, que usaban cualquier ocasión para atacarse, porque el odio de una generación se heredaba a la siguiente. Como dijo Jean Cocteau: “La mayoría de las personas viven en las ruinas de sus hábitos”.

Hoy estamos felices y también orgullosos de que nuestras naciones hayan logrado erradicar ese odio del ADN de nuestros pueblos.

Ha sido un camino largo y no ha sido fácil. La primera piedra fue puesta después de la Primera Guerra Mundial y por eso conmemoramos el 11 de noviembre de 1918, el día del Armisticio, que es también el día en que se recuerdan las víctimas. 

Por el  primer intento de superar el odio entre las naciones europeas fueron galardonados con el Premio Nobel de la Paz nuestros ministros de asuntos exteriores, Aristide Briand y Gustav Stresemann en 1926. Stresemann murió tres años después y así no vivió para ver cómo los nacional-socialistas llegaron al poder en 1933. Ellos comenzaron una segunda guerra que terminó siendo todavía mucho más horrorosa que la primera.

Briand y Stresemann estaban muy adelantados a su tiempo, pero también lo estaban muchos alemanes y franceses que incluso entonces tenían la esperanza de una era nueva y pacífica.

Después de 35 años y millones de muertos más, nuestros dos jefes de gobierno Charles de Gaulle y Konrad Adenauer hicieron un nuevo intento con el Tratado de Amistad Franco-Alemán de 1963, para lograr primero nuestra reconciliación y luego esta profunda amistad entre nuestras dos naciones. Yo mismo todavía me acuerdo cómo la muerte de Charles de Gaulle fue llorada en Alemania durante varios días. Y cuando su sucesor dijo que Francia era una viuda después de la muerte de de Gaulle, en cierto modo esto también valía para Alemania.

Erich Maria Remarque, testigo de la Primera Guerra Mundial, lo expresó muy acertadamente de este modo: “Sólo cuando realmente sepas cómo resultaron tus nietos, podrás juzgar si educaste bien a tus hijos.” Hoy podemos decir que la educación fue exitosa.

Esta labor de reconciliación fue continuada por de Gaulle y Adenauer no sólo de forma bilateral, sino que también fue el fundamento de la unificación europea. Y es así que la Unión Europea se convirtió en un proyecto de paz sin precedentes en la historia.

¿Cómo fue posible todo esto?

Al principio se reconoció que la guerra, como cualquier tipo de violencia, crea inmensas víctimas en ambos lados. Al final sólo hay perdedores, aun cuando una parte la gana.

Después se reconoció que la venganza y la humillación del otro siembran la semilla del odio y la enemistad, de la revancha y finalmente del nacionalismo y el totalitarismo. Los errores de los vencedores de 1871 y 1918 no se repitieron más después de la Segunda Guerra.

Después de 1945 el objetivo fue eliminar el odio entre los pueblos de nuestras naciones. Tras el Tratado de Amistad Franco-Alemán de 1963 se establecieron muchos hermanamientos de ciudades y se celebraron innumerables encuentros juveniles. De esta manera fue posible convertir a los enemigos en amigos. Los jóvenes estábamos entusiasmados con el idioma, la cultura, la música y la poesía del otro país.

Aún recuerdo los poemas de Jacques Prévert y las canciones de Maxime Le Forestier que aprendimos en esa época. Conducíamos coches franceses con entusiasmo (aunque no fueran tan buenos como los alemanes) y fumábamos cigarros Gauloises, también más por convicción que por el buen gusto.

¿Cómo podríamos seguir disparándonos el uno al otro? Esto ahora va más allá de nuestra imaginación.

Este es nuestro mensaje común, especialmente a los jóvenes: ¡No se dejen llevar por el odio! Sean tolerantes y vean a cada persona por lo que es: Una persona como tú y yo, aunque hable un idioma diferente, tenga un color de piel o género diferente o una opinión política diferente.

Los nacional-socialistas llamaban a personas de otras etnias como inferiores o incluso hasta animales o parásitos. Esto con la intención de justificar su asesinato y facilitarles a los perpetradores hacer su trabajo sucio sin una mala conciencia.

El mayor aprendizaje del horror de las dos Guerras Mundiales y los genocidios ahora está escrito al principio de nuestra constitución alemana: “La dignidad humana es inviolable”. No se podría haber formulado mejor el mandato a los poderes públicos y al pueblo alemán. Por eso defendemos los derechos humanos como fundamento de toda comunidad humana, de la paz y la justicia en el mundo.

La historia reciente demuestra que los países libres, gobernados democráticamente, que respetan los derechos humanos no sólo tienen menos conflictos internos, sino que casi nunca comienzan guerras unos contra otros.

Hoy en día Alemania y Francia comparten estos valores. Desafortunadamente, estos valores son puestos a prueba cada día. Ya hace dos años el presidente francés Macron dijo: “Los viejos demonios vuelven a aparecer y están dispuestos a llevar a cabo su trabajo de caos y muerte”. El extremismo de izquierda y derecha y cada vez más también el islamismo violento son los enemigos de nuestras sociedades libres.

Pero defenderemos nuestras libertades, aquí es donde acaba nuestra tolerancia. Porque como Karl Popper nos enseñó: “La tolerancia sin límites lleva a la desaparición de la tolerancia.”

Es por eso que nosotros los alemanes somos solidarios con Francia en su lucha contra aquellos que con bombas y cuchillos de carnicero quieren enviar a Europa de regreso a la Edad Media.

Porque los valores que Francia defiende son también los nuestros: Libertad, igualdad y fraternidad.

 

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